SENDEROS DE MEMORIA: DANIEL ABRIL FUENTES, 8 AÑOS
SONDAS DE AGUAS Y PIEDRAS DE NUBE
Narración que mezcla realidad con ficción en memoria de un gran ser humano.
Cualquier Lugar de los Llanos Orientales, 13 de noviembre del 2023.
Los caminos de los llanos son muchos, extensos y parecen infinitos. Cuando cae la noche, incluso los baquianos más experimentados deben estar atentos para no extraviarse del sendero que los lleva a su destino. Puede que se demoren, pero un criollo o una indígena de los llanos siempre llega a su destino, no importan las peripecias y las dificultades de las correrías.
Uno de esos caminos es la carretera que nos llevó a Trinidad, Casanare, y sus veredas. En aquella ocasión, íbamos desde Orocué cuando las vías aún estaban sin asfaltar. A pesar de ser una zona de influencia de pozos de extracción petrolera, el “progreso” tarda en llegar, o a veces nunca llega, lo que evidencia el lastre histórico de la corrupción del Estado.
Corría el mes de septiembre del año 2014, y teníamos prevista la visita a un cementerio familiar ubicado en una finca, aproximadamente a una hora del casco urbano del municipio. Como era costumbre, y aún lo es en algunas comunidades apartadas, los campesinos y campesinas sepultan a sus muertos en las fincas donde nacieron o vivieron parte de su vida. Lo particular de este cementerio es que la mayoría de sus tumbas estaban ocupadas por víctimas del conflicto, especialmente por paramilitares del Casanare. A pesar del terror generado por la estrategia paramilitar, una estrategia de guerra sucia, no impidió que Daniel Abril Fuentes, también víctima de estos grupos, se atreviera a hacer memoria, a exigir los derechos humanos y a condenar la extracción petrolera por sus impactos en la naturaleza. Estuvimos allí como sus amigos, hermanos y cómplices.”
En esa ocasión, durante tres días, realizamos diversas actividades, como talleres y reuniones con las familias de las víctimas y los defensores y defensoras de derechos humanos. También visitamos a monseñor Héctor Javier Pizarro, obispo de Trinidad, y participamos en una Eucaristía dinámica y pedagógica presidida por el P. Héctor Guzmán CMF. Nos acompañó hasta el Campo Santo, donde recordamos a alrededor de 20 víctimas de esa familia. Después, disfrutamos de un almuerzo delicioso con mamona llanera, yuca y plátano organizado por la familia. En la noche del domingo, vísperas de regresar a Bogotá D.C., compartimos en la sala del hospedaje, ya que había mucho temor y preferimos evitar lugares públicos. Daniel tenía amenazas constantes (el Estado nunca le brindó un esquema de protección efectivo). Entre risas y copas, se fortaleció la amistad y prometimos no rendirnos hasta lograr la paz y los derechos. En ese momento, él ya se había convertido en un líder social excepcional con un futuro incluso político. Entre las anécdotas que surgieron, recordamos el atentado que sufrió en el año 2007, perpetrado por hombres de la temible Brigada XVI. Con astucia llanera, sacó un arma que había conseguido con salvoconducto de las autoridades como medida de autoprotección. Afortunadamente, salió ileso y los perpetradores quedaron impunes.
Finalmente, lo lograron. El 13 de noviembre de 2015, apagaron la vida de Daniel Abril Fuentes y truncaron no solo su proceso, sino también los procesos en el Casanare. Por eso, para poder vivir más allá de la tragedia y la frustración, uno sublima, uno hace memoria, uno escribe. Es algo intrínseco a la existencia, a la alegría y a la agonía de nuestra vocación como defensores y defensoras de los derechos humanos. Constituye un compromiso político y ético de resistencia en medio de estas difíciles circunstancias.
Asomaba la noche, eran las 6 p.m. Los asesinos lo vieron pasar montado en su caballo y al instante confirmaron la orden de sus superiores. Eran soldados de la Patria con la tarea de eliminar a un defensor de derechos humanos. El ‘crimen’: atreverse a incomodar al señor Deforestación, al Masacrador de chigüiros, dantas y gaviotas, al Perforador de la tierra, al saqueador de la sangre de la madre tierra y al culpable de las sequías del 2012 y 2013. Nunca le perdonarían que, montado en su caballo junto a sus parientes y camaradas, con sondas de agua y piedras de nubes, hubiera herido a los halcones de hierro (helicópteros). En una acción pacífica del año 2012, el campesinado organizó una legendaria tropa de jinetes llaneros y redujeron al ESMAD, que defendían a las grandes compañías petroleras de los reclamos de las comunidades. En esos días, El Escuadrón Antidisturbios de la policía sufrió una derrota nunca antes vista, ocasionada por los llaneros de a píe limpio, otros con botas de cuero, con lazos, sondas de agua y piedra de nube para exigir su derecho a defender la naturaleza. Así quedó demostrado una vez más que ni los ‘dueños’ del planeta, las empresas petroleras inglesas, chinas y norteamericanas, podrían doblegar a una comunidad de orgullosos llaneros y llaneras. Por eso, ese viernes 13 de noviembre, el destino estaba escrito. Los centinelas, al confirmar la orden, montaron sus motocicletas y tomaron el camino de la muerte. A pocas cuadras desaseguraron sus pistolas. Mientras tanto, Daniel Abril venía por el sendero que conduce desde su finca en la vereda Los Chochos hacia el pueblo de Trinidad, montando en su caballo, saludando y despidiéndose de todos y todas como siempre lo hacía. Dejó al animal a las afueras del pueblo; los centinelas vigilaban a lo lejos. Daniel pasó por frente de la figura de la Virgen del Carmen que separa los caminos que unen a los pueblos de San Luis de Palenque con Trinidad. Se sentó, pidió un café y esperó. Esta vez, como cosa rara, le dio la espalda a la calle y tomó el primer sorbo. La estatua de la Virgen parecía observar los movimientos de las personas que salían a caminar en ese viernes en que las parejas de jóvenes salen por el pueblo, llegan los trabajadores de los hatos y los pozos petroleros a gastar lo poco o mucho que consiguen con el sudor de su labor, y los niños y niñas corren por las calles como desbocados.
Un segundo sorbo de café y al tercero se escuchó el rugir suave y sigiloso de la motocicleta, como una fiera y cuando cruzaron por la cafetería apretaron el gatillo, estallaron los disparos, ráfagas de melancolías eternas se escucharon; la gente asustada corrió de un lado para el otro y los cobardes verdugos huyeron. Cuando los vecinos volvieron para ver qué había pasado, él, Daniel Abril Fuentes seguía sentado, sin doblegar su cuerpo, no cayó al piso, su larga figura estaba intacta, tuvo el privilegio de morir y no caer.
Hoy los confesos culpables juegan con en el sistema de justicia, un militar y un paramilitar, pero aún falta los que dieron la orden, los máximos responsables. De Daniel abril Fuentes sabemos que sigue en los caminos de la Orinoquia inmensa, por los senderos de la memoria, a veces lo veo igual de fraterno, hermano y amigo, acompañando las correrías, con paso indomable, a pie, a caballo, a palabra, con su sonda de agua y su piedra de nube.
Por. Jaime A. León S.
Corporación Claretiana Norman Pérez Bello