TESTIMONIO DE PRIMAVERA ECLESIAL – Héctor Guzmán Caicedo
Un recuerdo personal
Héctor “Taita Héctor”, no puedo dejar pasar el día en que te conocí, en un corredor vacío de mi colegio en Juan Rey (Bogotá), con tu acordeón, que me pareció un artefacto enorme, como de otro mundo y tu un hombre enorme, de voz profunda que me pidió llevar el acordeón al salón principal. Ese mismo día me invitaste a participar de un grupo vocacional claretiano y desde entonces se empezó a fraguar una amistad moldeada y tejida en el telar de las montañas que caminaste y en las trochas que abriste.